¡Sicilia allá vamos!: un pasaje ventoso a Favignana

Se siente un poco extraño cuando planeas irte de un lugar como Cerdeña: sólo estuvimos 10 días y comenzábamos a acostumbrarnos. Pero teníamos un buen parte meteorológico para cruzar hacia Sicilia así que pusimos rumbo a la tierra Sícula.

¡Hasta luego Cerdeña!

Hemos hecho una travesía de 160 millas náuticas hasta llegar a Marettimo, toda la travesía a vela, la verdad que nos hemos divertido mucho. Es un gran cambio, de ir con el motor todo el rato, el ruido que genera, a la diferencia de abrir las velas, sentir el sonido del agua y la tranquilidad y darte cuenta que te estás moviendo con un medio natural como es el viento, esto es lo que estábamos buscando y que al final conseguimos. Hemos tenido bastante viento, lo que ha dado lugar a que se formase bastante ola, que nos empujaba ya que nos venía de aleta - popa...hemos llegado a hacer una máxima de ¡9,3 nudos! Esto por una parte, ha implicado que lo que es el tema de dormir, no se nos haya dado muy bien esta vez. Las olas llegaron a alcanzar más de 2 metros, y es ahí donde te das cuenta de “lo grande que es el mar” y lo “vulnerable” que somos nosotros.

Aunque solo teníamos abierto el génova, pudimos mantener una buena velocidad y, lo que es más importante, sabíamos que incluso si el viento hubiera aumentado, la persona de guardia habría tenido un trabajo más fácil para manejar la situación.

Guardia de Amaia a las 4:00 de la mañana: empiezo a ver muy a lo lejos en proa (con dos rizos tomados en el genoa) una luz naranja y pienso, “es un mega barco, pero está controlado, lo he visto", he llegado hasta verle la luz roja de babor (he mirado en el AIS, un sistema electrónico que llevan los barcos, los grandes obligatorio, los demás opcional, que sirve para visualizar el tráfico de barcos que hay por donde navegas, te indica el rumbo que hacen y si tienes peligro de colisión y me he preocupado porque no lo veía). Pasado un rato, vuelvo a mirar, y la luz hacía como una “C”, con lo que no podía ser un ferry, y claro, sin dormir nada y con el cansancio, qué es lo más lógico que se te puede ocurrir cuando estás rumbo a Sicilia y ves algo amarillo/naranja brillar incandescente?? ¡Toma, toma toma: el Etna que ha entrado en erupción! ¿No es lo más lógico??? Al final, era la luna en fase menguante que salía a esas horas. Como se entere Fla de mi destreza visual, creo que no me deja más veces sola de guardia.

Se nota que nos vamos moviendo más al sureste ya que sobre las 5 de la mañana empieza a haber claridad y a las 5:30 ¡se hizo la luz! Un sol rosa enorme salió del mar dejándonos atónitos ¡Qué maravillosa es la naturaleza! Aparte, tras una noche “movidita”, agradeces la luz que te brinda el sol para poder ver lo que hay a tu alrededor.

Una nueva etapa en nuestra aventura: las islas Egadas

A las 6 pudimos ver claramente la silueta de la rocosa isla de Marettimo. Cinco horas después ya estábamos admirando sus cristalinas aguas azules. Desafortunadamente, hemos podido comprobar que hemos sido muy precoces y que aún no han puesto las boyas de fondeo, con lo que está prohibido echar el ancla alrededor de la isla. Esto lo hemos podido notar porque hemos tenido una lancha de “Survey” siguiéndonos durante toda la vuelta hasta que hemos decidido irnos a Favignana.

De camino a Favignana, comenzamos a llamar a los puertos, y finalmente decidimos ir a La Dársena que está gestionada por Gianpaolo. Éste nos vino a buscar en una lancha desde la entrada del puerto y con su ayudante pudimos amarrar sin ninguna complicación aún habiendo bastante viento, y por fin tocamos tierra después de 3 días meciéndonos con las olas. Realmente estos días que hemos estado en Favignana nos han prestado toda la ayuda y cercanía para lo que hemos necesitado, ¡Grazie ragazzi!

Empezamos a planificar nuestra estancia en esta isla, previsión dos días...realidad cinco. Visto que no es una isla muy grande decidimos alquilar unas bicis para recorrerla. La isla es llana así que no nos costó mucho hacer el recorrido. Nos fuimos parando en diferentes calas, y la que más nos impresionó fue Cala Rossa. Tuvimos que hacer un poco de descenso y escalada para llegar pero mereció la pena.

Una semana en Favignana

Llegó el momento de descubrir la cocina siciliana. Probamos todo tipo de comida local: atún (Favignana es famosa por la pesca del atún), pulpo, caponata di melanzane, cannoli siciliani, arancini, helados y mucho más. Debe haber toneladas de libros sobre la gastronomía siciliana, es un hecho que todos en Italia aman sus platos típicos y pasteles únicos. Muestra rastros de todas las culturas que han existido en la isla de Sicilia durante los últimos dos milenios, con fuertes influencias griegas, españolas, francesas y árabes.

Desde Favignana cogimos un ferry a la cercana isla de Levanzo, la más pequeña de las Islas Égadas. Pasamos el día allí y aunque no pudimos visitar la Grotta del Genovese (un sitio arqueológico que da testimonio de cómo fluía la vida hace 12.000-13.000 años), pudimos disfrutar de un día relajante paseando por la costa: por fin me di el primer baño del año, no estaba tan fría, pero Flavio no opinó lo mismo argumentando que no se fía de la temperatura del mar testeada por una vasca.

Los demás días hemos tenido que trabajar pero aprovechamos la hora de la comida y las tardes para envolvernos en el ambiente local de este pequeño pueblo de pescadores, con un sentimiento de nostalgia antes de irnos a Trapani, ¡La echaremos de menos!.