Poco a poco vamos dejando atrás las regiones del sur de Italia y nos acercamos a Roma. Pero antes hacemos un alto en el camino para explorar las Islas Pontinas (Ponza, Palmarola, Zannone, Santo Stefano, Ventotene y Gavi), situadas a pocas millas de la costa entre Nápoles y Roma.

Parece una locura cuando pensamos que dejamos Barcelona hace más de 100 días. Por suerte, no esperamos volver a casa antes de mediados o finales de octubre, lo que significa que todavía tenemos otros 100 días por delante.
A estas alturas, somos completamente solares : nos despertamos al amanecer y nos acostamos justo después de que se va el sol. Madrugar ya no es un problema, ni siquiera para mí 🙂
Y así, el 9 de julio, tras pasar una agradable noche en el ancla frente a Sant'Angelo, zarpamos hacia Ventotene, la isla más meridional del archipiélago de las Islas Pontinas.
Ventotene y su rica historia
Tras 4 horas de navegación desde Ischia y casi 25 millas náuticas, llegamos a Ventotene: una pequeña joya poco urbanizada y con una gran historia a sus espaldas, que la hace tan especial.
Ventotene recibe su nombre de los vientos que soplan sobre la isla (viento en italiano es vento y tene significa "hay" en el dialecto local). Algunos dicen que Ventotene era la isla de las sirenas de la Odisea...
También aprendimos que, bajo el nombre de Pandataria fue utilizada como isla prisión por los antiguos romanos. Los desterrados aquí solían ser asesinados o morían de hambre.

Pocas islas han logrado conservar su carácter a pesar del turismo. Quizá sea porque existe un especial respeto entre los ventotenesi y los turistas: no hay tiendas de lujo, ni atracciones para el ruidoso turismo de masas, sino una espléndida librería (con multitud de libros relacionados con el mar).

Hemos visto que es muy famosa la plantación de lentejas: las lentejas de Ventotene son famosas por la intensidad de su sabor y constituyen un preciado manjar... ¡eran carísimas! Pero tuvimos la suerte de probarlas, y he decir que estaban muy buenas.


La presencia romana es particularmente evidente en el antiguo Puerto Romano. Es, con diferencia, el puerto más singular en el que hemos estado, y nos emocionamos literalmente cuando atravesamos la estrecha y poco profunda entrada del puerto por primera vez.
En Ventotene nos sentimos como en casa: tal vez fuera por los alegres nativos que gestionan el puerto romano, o tal vez por nuestro "bar" favorito (el Antico Forno Aiello), pero una vez más tuvimos que obligarnos a dejar esta acogedora islita y dirigirnos al siguiente destino.

Ponza
Tras una semana sumergidos en la mágica Ventotene, pusimos rumbo a la mayor isla del archipiélago de Las Pontinas, Ponza.
La economía de esta isla se basa en la pesca y en el turismo estival. Según las leyendas locales, recibió dicho nombre en honor de Poncio Pilato, gobernador romano de Judea que juzgó a Jesús de Nazaret por sedición contra el imperio romano. El otro origen del nombre, sería “Pontia”, que significa “Tierra de puentes” en latín, tendría más sentido y es anterior al nacimiento de Poncio Pilato, y haría referencia a los muchos arcos naturales y accidentes geográficos en forma de puentes.

Pasamos pocos días en Ponza, debido a los fuertes vientos que soplaban, hizo que el reparo que ofrecía no fuera muy adecuado para estar al ancla, también nos condicionó que en varios puntos no había cobertura, y esto dificultaba el poder teletrabajar. Pero aun con estas condiciones adversas, nos dio tiempo de dar la vuelta para conocer toda la isla, e incluso poder bajar a tierra para verla desde otra perspectiva.

Ponza es una isla espectacular con unos colores increíbles, tiene aguas cristalinas y está rodeada de acantilados de piedra blanca, que hacen un conjunto digno de admiración. Conseguimos verla por mar bastante ayudándonos del paddel surf, hicimos unas excursiones memorables.

Flavio leyó en el derrotero, que a partir de las 7pm cuando se terminaba el servicio de ferrys que vienen desde la península, se podía amarrar en el muelle del pueblo principal.
La forma de hacerlo era ir llamando por teléfono hasta que te cogían y te ponían en la lista, a partir de ahí, con el VHF Ch. 12, comenzaba un momento que parecía un bingo: desde capitanía te iban llamando por nombre de embarcación y tenías que entrar en la bahía para amarrar con ancla y amarras a tierra.

Fue una experiencia divertida ya que el capitán del puerto estaba dando indicaciones por radio: ¡¡¡Suelta el ancla ahora !!! ¡Ahora marcha atrás a toda velocidad! ¡¡¡Lo está haciendo muy bien, capitán!!! - La propina de 20 euros fue bien merecida por la diversión. Además, ese día se celebraba la…Final de la Eurocopa e Italia era uno de los dos equipos que la disputaba. Os podéis imaginar el ambiente que se respiraba por toda la isla, y lo difícil que nos resultó encontrar un sitio con pantalla grande para poder ver el partido. Al final lo conseguimos y pudimos vivir en primera persona, cómo Italia levantaba la copa de Campeones.

Esa noche, por una vez, desapareció el covid-19, los silencios y se vió una población unida por cánticos emborrachados de tanta pasión y alegría.
Lo único que no pudimos hacer y que nos quedará pendiente para otro viaje, fue visitar Palmarola, pero las condiciones para estar fondeados en esta isla, eran muy adversas y decidimos que no era el momento de visitarla… ¡otra vez será!
Próxima parada: los pueblos históricos de Anzio y Nettuno ¡con unas cuantas visitas!